sábado, 18 de abril de 2015

Límites. Miradas. Cuidados. Amor... propio




Quiero compartir una reflexión que llevé a mi sesión de terapia... terapia que disfruto mucho y que me ayuda a desentrañar esta maraña de sentimientos. Agradezco profundamente mi espacio terapéutico porque cumple plenamente su función, sanar.

En estos días estoy practicando muchísimo la honestidad, la que más vale, la interna y la propia. Busco decirme realmente lo que siento y, gracias a diversos ejercicios que fueron destrabando otras cosas, van surgiendo respuestas nuevas a problemas de siempre.

"Esperaba que me descubran para ser salvada. Pero nadie me buscaba. Mi mamá me pegaba. Mi mamá me descubría cuando hacía cosas que me gustaban, pero no cuando me lastimaban. Me dejaban sola. Si me trataban mal yo me desquitaba quitando algo... por ejemplo el walkman a mi hermano... es como que al no poder decir que no, me llevaba algo o le quitaba al otro lo que quería de mi. 
Me pregunto... por qué mis papás no descubrieron cuando alguien abusaba de mi. O miraban para otro lado? Será que compensaban la atención con comida?
Qué forma de ser realmente oculto? Que escondí para que nadie viera y me lo quitara? 
Cuando me siento maltratada por otro le quito algo"

En mis sesiones sigo hablando de los límites. De los que no me pusieron de pequeña y tuve que aprender a ponérmelos de grande. Pero no es tarea sencilla; no es que crecés y te ponés los límites que nunca te pusieron. Porque los límites o la falta de ellos generan hábitos y esos hábitos generan conductas y son esas conductas las que nos llevan a ser quien somos, con lo bueno y lo malo que eso conlleva.De grandes la búsqueda se dificulta, se retuerce, se disfraza. Y lo que de chicos pareció un sencillo límite al NO, de grande tenemos que codificarlo. Depende de uno bucear en todos esos ámbitos, en buscar, en embarrarse y decidirse a cambiar.Sólo por hoy me pongo un límite y puedo ponerle un límite al otro... y así voy jugando y aprendiendo.