sábado, 7 de julio de 2018

“QUÉ TE PENSAS, BOLUDA, QUE SOS PAMPITA?”


Eso me dijo y me quedé helada. Al principio pensé que me había lastimado o herido en el orgullo. Me di cuenta que no era Pampita, es más, a diario cada publicidad me recuerda que no tengo el cuerpo de Pampita, la sonrisa, los ojos o que ni siquiera estoy cerca de tener al peluquero de Pampita. Pero después, en mis laberintos mentales y emocionales encontré rápidamente lo que más me había dolido… y fue la construcción social. La construcción social con la que crecí, la que me rodea y la que, me hago cargo… construí alrededor mío.
Entonces pensé… “Ah, sólo tengo derecho a enojarme si soy Pampita?” Ergo: SÓLO PUEDO ENOJARME, DECIR LO QUE PIENSO Y MOSTRAR CÓMO ME SIENTO SI ESTOY BUENA.
Entonces si fuera obesa, tuviera problemas de anorexia o estuviera rellenita como ahora… tengo que quedarme callada con mi dolor, mi bronca, mi pena o mi ira? SI. Eso es lo que me estaba diciendo. Que sólo podía demostrar lo que sentía si tenía buen cuerpo como para que me banquen el berrinche. Que sólo las minas que están buenas tienen derecho a mostrarse enojadas, despeinadas, sin maquillaje. Las que somos estereotipadamente feas no. Tenemos que mostrarnos sumisas, sin joder a nadie, no vaya a ser que además de poco agraciadas tengamos que molestar al otro con nuestra rebeldía o cara de ojete.
Y jussssssssssto me viene a pasar en el día del locutor… mi día! Esa profesión que no sólo me enseñó a hablar… me enseñó a DECIR. Como ahora. Que digo me pudrí y me harté de los estereotipos sociales. Me harté de que la sociedad berreta y careta no vea todo el dolor que genera en cada chica o chico que lucha con su cuerpo sufra con la invasión de tetas, culos o abdominales que recibe día a día. Y me harté de mil cosas más que ni quiero escribir ahora, porque tampoco la tengo tan clara y creo que haré uso de mi terapia poder vomitar todo esto y poner cada cosa en su lugar.
Frenemos la violencia machista (e ignorante, porque que sea machista no quiere decir que se imparta o se imponga sólo desde los hombres).
Y no, no soy Pampita, soy Magda, Magui, la fotógrafa, locutora, periodista… pero Pampita No. Y tengo bien asumido mis 80 kilos, mi metro sesenta y ocho y mi celulitis, mis estrías, mis tetas caídas y mi sonrisa, mi pelo alborotado y mis abrazos incondicionales, mi complicidad y mil cosas más que a mis 32 años aprendí a amar, aunque con otras aún siga luchando.
(Tal vez la sorpresa sea mayor, o no, si hubiera aclarado que el comentario vino del chico que alguna vez fue 'novio' y supo de mi gran lucha por bajar 50 kilos.... Ja!)