Desde hace unos cuantos años esta frase me ayuda mucho... realmente la había olvidado. Había encontrado en mi vida un sano equilibrio que se vio totalmente alterado por la llegada del amor de mi vida, que traía consigo cierto pasado no resuelto y hasta algo dañino. No él, pero si con él.
Y hoy amanecí más ligera, pese a lo intenso del sueño. Y lo volví a recordar: Soñar para sanar. Entonces, de hoy, me iré a la cama pidiendo que a través de los sueños pueda conocerme más. Pediré más sabiduría. Paciencia. Amor. Tranquilidad. Serenidad, sobre todo.
Voy a pedir que el sueño limpie y barra con muchas cosas que yo siento que no puedo, o que hasta no debo. Que me ayude con respuestas, secretos y claves para poder atravesar los momentos que duelen o que aún no entiendo por qué debo atravesar.
Pido fortaleza para seguir caminando de la mano de ellos, que tan bien me hacen, pero que en contraste tanto daño recibo por otros lados.
Pido amor, por sobre todas las cosas, para reestructurarme nuevamente. Y en esta reestructuración sanar, sanar y sanar.
Ya basta de planes, estrategias o de andar cuidándonos de cosas que no deberíamos.
Bienvenida la libertad de vivir, de soñar, de usar nuestro tiempo, dinero y abrazos en lo que deseamos.
Eso deseo para nosotros, amor mío, si es que algún día lees esto... Libertad. Sabemos lo que somos, conocemos nuestros límites y nuestra esencia amorosa. Libertad. Sólo eso.